viernes, 11 de noviembre de 2011

Suena el despertador. ¡No quiero levantarme! Pero tengo un día a día que vivir. Me despierto poco a poco mirando al techo. He vuelto a soñar con él. Le volvía a besar, le volvía a acariciar...volvía a estar en su cama. Sonrío cuando pienso en sus 'te quiero', esos que salen de su boca y suenan como poesía. Venga, ¡arriba! Toca empezar el día. Hoy tampoco lo veré, tampoco lo sentiré. Pero sé que ahora mismo él piensa en mi, en mi piel, en mis ojos... y yo también en él. Sé que me quiere, nunca antes lo había podido jurar, pero lo juro: me quiere. Me quiere como nadie, me quiere antipática, divertida, cariñosa, pegajosa, tonta, histérica, llorona y sexy. Me quiere. Y lo sé porque lo noto, porque me lo demuestra y lo veo en sus ojos. Por su forma de mirarme, de acariciarme y de decirme 'gorda'. Te amo. nunca había sonado tan bien una palabra. Empiezo a vestirme. No tengo ganas de ponerme nada especial. Vamos al baño. ¡Oh, no! Demasiada luz. No quiero luz ahora. Sólo quiero tú y yo en tu casa a solas, a oscuras, haciendo cualquier cosa. Hola Diego. Adiós casa. Es hora de coger el coche. Vamos rumbo a nuestro destino: rutina. Miro por la ventanilla. ¿Por qué todo me recuerda a ti? Cuando ibamos en el coche, a comer... o caminando sólo para estar juntos, hablar y después sentarnos sin despegarnos ni dos centímetros. Quiero que me enseñes más sitios, tus sitios, y ahora... nuestros sitios. Pasan las seis horas. Hola abuela. Quiero comer algo de tu rica comida. ¡Como la que hacíamos juntos! Después toca el postre. Hoy me apetece yogur, como los que me llevabas a tu cama sólo para hacerme el gusto. Te echo de menos; mucho de menos. La tarde pasa. Pongo música en mi habitación, nuestras canciones y las no tan nuestras. Sigo acordándome de ti. Qué guapo que estás con tus gafas... qué ganas me dan de comerte cuando te veo sin camiseta, en calzoncillos, o sin nada. Son las 8pm. Quedan dos horas para escuchar tu voz. Creo que es hora de ducharme... pero no tengo muchas ganas. Preferiría hacerlo si estuvieramos tú y yo, en tu casa, en la mía, me da igual. Juntos. Mojados y juntos. Ya me pongo el pijama. Esas braguitas que te gustan tanto y la camiseta más grande que encuentre. Quiero escucharte ya. Ahora tengo que cenar. No sé por qué pero por la noche no me apetece comer. Queda poquito para llamarte. Vuelvo a mi habitación. Sigo escuchando música. Shhhh... bajito. Diego duerme. Llamada perdida. ¡Es hora de escucharte! Marco tu número de casa. Piiiii... Hola. Qué sonrisa más tonta se me pone cuando te escucho hablar. Hablamos, nos callamos, nos reímos... da igual. Pero nos sentimos unidos. Es de noche, queremos estar juntos. Juntos en la misma cama... -Ven aquí. *Ojalá pudiera... Silencios que sabemos que sirven para imaginarnos juntos, abrazados, de diez mil formas diferentes. Viendo la tele, sin verla, tocándote la espalda, tocándome el pelo... me da igual. Verte. Quiero verte. Sentirte. Olerte. Ya es tarde, tenemos que colgar. No quiero colgar. Quiero seguir escuchándote... Te quiero. Te echo de menos. Esta noche, dormiré otra vez pensando en ti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario